A partir de ahí, no sabe qué hacer ni puede dar un paso más.
Está en el momento más difícil, tan difícil que comienza a retroceder hacia la
selva.
De repente ve en forma confusa a alguien, callado por mucho tiempo. Aunque no distingue si es un hombre o una sombra, le grita pidiendo ayuda.
Entonces recibe una respuesta y otra pregunta: no es ya un
hombre, pero lo fue en su momento; nació en Mantua bajo Julio César y como
poeta cantó las hazañas de Eneas. Pero, ¿porqué Dante comenzó a retroceder y no
intenta subir el monte?
Dante inmediatamente lo reconoce, ¡es Virgilio! Así animado, vuelve a reclamar su ayuda y le explica que es la loba con la que no pudo y que lo hacía retroceder.
Virgilio le contesta que la loba es terrible, que nadie puede con la loba, pero que ya llegará el veltro que acabará con ella, mandándola nuevamente al Infierno del que la sacó la envidia.